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sábado, 7 de enero de 2017

¿QUÉ OCURRIRÁ CUANDO MUERAS?



Me explicaron que la operación podría ser complicada. Me dijeron que podría no salir vivo de la sala de operaciones; pero si no lo hacía me quedaban a lo sumo unos meses.

Tuve que aceptar.

Estar tumbado en la cama de un hospital mirando el lugar que quizá sea el último en el que estés en este mundo es jodido. No sé cómo describirlo, quizá sea una mezcla de melancolía y miedo. Melancolía por lo vivido y por lo que dejaré de vivir. Y miedo, mucho miedo por lo desconocido. ¿Qué coño me pasará cuando cierre los ojos para siempre? ¿Qué pasará si muero? ¿Iré a algún sitio? ¿Sufriré? Preguntas y reflexiones que siempre me hice desde la seguridad de la época vigorosa de mi vida, pero ahora es distinto, ahora me voy a enfrentar a ellas cara a cara. Dios estoy temblando…

El amor de mi vida me coge la mano con fuerza. Veo su cara de preocupación y alguna lágrima resbala por su rostro. ¿Si muriera volvería a verla en otro mundo? Miro su bella cara e intento memorizar hasta el último detalle de su ser, ella se acerca y aspiro profundamente su aroma. Quiero llevarme su recuerdo conmigo.

Oigo ruidos en el pasillo. Ya vienen a por mí. Un escalofrío me recorre la espalda. Esto es más duro de lo que pensaba. Dos celadores entran en la habitación seguidos del médico. No sonríe, está serio. Me mira.

- Vamos para el quirófano.- Me dice.

Yo solo miro a mi amor. Me acompaña, anda al lado de la camilla. Aun es más jodido verla sabiendo que pueden ser los últimos momentos que pase con ella jamás. Me aprieta la mano con fuerza entre sollozos. No puedo dejar de mirarla mientras recorremos los pasillos camino del quirófano.

- Te quiero.- Me repite sin parar.

Llegamos a la puerta del quirófano. Mi amor se queda en la puerta mientras los celadores empujan mi camilla al interior del cuarto. La miro por última vez y una sensación de estoicismo se apodera de mí. Acepto mi destino.

- Adiós mi amor.- Me despido de ella.

Me tumban en la mesa de operaciones. Soy consciente de que pueden ser mis últimos momentos en este mundo. Estoy tranquilo. Me ponen la anestesia y me dicen que piense en algo bonito. Pienso que paseo por un verde valle con mi mujer. Al rato dejo de oír al equipo médico. Estoy paseando con ella por un precioso paraje, al momento lo reconozco: era el sitio donde íbamos a pasar los veranos cuando éramos jóvenes, cuando todo era posible. Nos sentamos debajo de la haya donde solíamos besarnos, aquella al lado del río. Ella se echa a llorar.

- La operación no ha ido bien.- Me dice llorando.- Tienes que marcharte.

Durante un instante me besa, pero cuando voy a acariciarle ya no hay nada. No hay árbol, no hay río ni valle y ella ha desaparecido. Sólo hay oscuridad. De repente veo una luz lejana. ¿Es este el famoso túnel del que todo el mundo habla? Avanzo por él sin quererlo, me voy aproximando a la luz, es una luz deslumbrante cómo nunca había visto. Espera un momento. Veo a alguien. Una figura humana. No puedo distinguir sus rasgos ya que la luz me ciega. La veo, está ahí al final del túnel envuelta por la luz cegadora. Parece llevar ropas blancas. Sigo avanzando por el siniestro túnel guiado por la luz, es extraño, yo no quiero avanzar pero algo me empuja. Cada vez estoy más cerca. De repente salgo del túnel y todo es luz cegadora. No veo nada. Parpadeo, me tapo los ojos torpemente con las manos, es una luz como nunca había visto. Lo invade todo. Sigo protegiéndome de ella hasta que mis ojos se van acostumbrando al resplandor, empiezo a ver más formas. Miro a la figura de blanco. Poco a poco voy distinguiendo su rostro. Algo raro sucede. La figura de blanco me sonríe. Me ha cogido en brazos y he sentido un tirón en el ombligo. Dios mío estoy en un hospital otra vez. ¡Las figuras son médicos! ¡He vuelto a nacer, así es como funciona esto! Los budistas tenían razón. ¡Pero que me está pasando!, me cuesta pensar, me cuesta cada vez más recordar. Noto como mi consciencia se está yendo, la razón está siendo sustituida por las sensaciones, sí, tengo frío, y hambre, mucho hambre, veo un pezón e instintivamente lo chupo y sacio mi hambre, sí, sigo teniendo hambre, mis pensamientos se van, solo queda el hambre y el frío, hambre, me echo a llorar, tengo más hambre y siento frío, y hambre, hambre, hambre, hambre, hambre, hambre….






























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